Para muchos esta semana
santa será un feriado más. Algunos católicos tendrán unos días de descanso,
diversión y, por qué no decirlo, juerga. Para otros serán días de reflexión, un
alto en sus vidas para meditar sobre esas cuestiones que el mundo de hoy
pareciera evitar, como el preguntarnos por el sentido de nuestras vidas y lo
que Cristo nos exige y enseña con su pasión, muerte y resurrección. Sin
embargo, esta semana santa es especial pues tenemos nuevo Papa el cual, recién
elegido, en su primera homilía a los cardenales, habló de la cruz. El Papa
Francisco reflexiona llamando la atención sobre lo que el hombre de hoy le dice
a Cristo: “Te sigo, pero no hablemos de cruz. Esto no tiene nada que ver. Te sigo
de otra manera, sin la cruz.” Efectivamente, la sociedad moderna no quiere la
cruz. Es una sociedad que tiene como lema el “pasarlo bien” y como metas el
dinero, poder, sexo, divertirse y punto. No desea cuestionamientos ni
sacrificios de ningún tipo. Una sociedad hedonista en donde el placer y el
pasarlo bien prima ¿Puede entender el significado de la cruz de Cristo?
Francisco responde: “Cuando caminamos sin la cruz, cuando edificamos sin la
cruz y cuando confesamos un Cristo sin cruz, no somos discípulos del Señor:
somos mundanos…”. Vivimos una felicidad hueca. Pues la verdadera alegría y
felicidad, que conlleva la paz interior, tiene sus raíces en forma de cruz: “La
cruz de Cristo, abrazada con amor, nunca conduce a la tristeza, sino a la
alegría…” dice el Papa, concluyendo lo siguiente: “Quisiera
que todos… tengamos el valor, precisamente el valor, de caminar en presencia del
Señor, con la cruz del Señor...”. No hay otra manera. En la cruz está la
verdadera alegría de los hijos de Dios.
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