“¿De
qué nos sirven los Congresos? ¿Por qué, en lugar de discutir la disminución o
el aumento de las dietas, no ponen en tela de juicio la necesidad y
conveniencia de suprimirse? ¡Qué han de hacerlo! Senadurías y diputaciones
dejan de ser cargos temporales y van concluyendo por constituir prendas
inamovibles, feudos hereditarios, bienes propios de ciertas familias, en determinadas
circunscripciones… Haciendo el sólo papel de amenes o turiferarios del
Gobierno, los honorables resultan carísimos, tanto por los emolumentos de ley y
las propinas externas, como por los favores y canonjías que merodean para sus
ahijados, sus electores y parientes. Comadrejas de bolsas insoldables, llevan
consigo a toda su larga parentela de hambrones y desarrapados. En cada miembro
del Poder Legislativo hay un enorme parásito con su innumerable colonia de
subparásitos, una especie de animal colectivo y omnívoro que succiona los jugos
vitales de la Nación”. ¿Les suenan actuales estas palabras? Cuando Don Manuel
González Prada las escribiera en 1906, nunca imaginó que cien años más tarde, serían
más actuales que nunca. Luego de lo sucedido el pasado miércoles, ha quedado
demostrado que el vínculo de representación del actual Congreso con el pueblo
que lo eligiera, ha desaparecido, dando paso al interés personal. El Congreso
ha perdido su esencia: la representatividad. Entonces sólo queda preguntarnos:
¿De qué nos sirven los Congresos? Respondemos con González Prada: “Sirven de
prueba irrefragable para manifestar la incurable tontería de la muchedumbre, al
dejarse dominar por una fracción de gentes maleables, a medio civilizar y hasta
analfabetas, sin la más leve inclinación a lo bello ni a lo justo, con el sólo
instinto de husmear por qué lado vienen los honores y el dinero, o hablando sin
mucha delicadeza, la ración de paja y grano”. Saque usted sus conclusiones.
UN ESPACIO PARA LA REFLEXIÓN Y ANÁLISIS DE DIVERSOS TEMAS ANTE UN MUNDO MORROCOTUDO EN DONDE EL MATERIALISMO Y RELATIVISMO DE VALORES ESTÁ LLEVANDO AL HOMBRE A OLVIDAR SU VERDADERA TRASCENDENCIA Y SENTIDO DE LA VIDA.
sábado, 20 de julio de 2013
sábado, 13 de julio de 2013
¿NEGOCIACIÓN EN LA GRANJA?
Cuando en 1945 el
escritor británico George Orwell publicó su novela “Rebelión en la granja”,
nunca imaginó que años más tarde, en un lejano país llamado Perú, ésta pudiera
hacerse en gran parte realidad. Dicha obra trata acerca de un grupo de animales en una granja, que
expulsan a los humanos, creando un sistema de gobierno propio. Orwell efectúa un
análisis de la corrupción que, en general, engendra el poder. Para proteger sus
intereses, los animales crean siete reglas, destacando las siguientes: “Todo lo que camina sobre dos pies es enemigo”;
“Todo lo que camina sobre cuatro patas, o tenga alas, es amigo”; “Ningún animal
matará a otro animal”; “Todos los animales son iguales”. La reciente actuación de
los congresistas para el nombramiento del Defensor del Pueblo, de los vocales
del Tribunal Constitucional y los directores del BCR, induce a pensar que, al
igual que en la novela, éstos aplican las reglas bajo las cuales se rigen los
animales de la granja: “Ningún animal matará a otro animal”. ¿Olvidan los
congresistas que son representantes del pueblo y que están al servicio del bien
común? Sin embargo, se rebelan contra estos principios, imponiendo el propio
interés y el de su partido. El pueblo peruano y el bien común no interesan. Sólo
importa el propio interés: “Todo lo que camina sobre cuatro patas, o tenga
alas, es amigo” (¿Otorongo no come a otorongo?). Ellos negocian los
nombramientos. El interés de los peruanos en tan importantes instituciones es
secundario pues: “Todo lo que camina sobre dos pies es enemigo”. Lamentablemente
se impone el interés de los congresistas, por lo que más que una rebelión en la
granja, pareciera una “negociación en la granja”. Qué honor para Orwell. ¡Se
hizo realidad su novela!
sábado, 6 de julio de 2013
AL MAESTRO CON CARIÑO
Siempre he opinado que
el verdadero gran cambio en el Perú no vendrá por el lado económico, político,
social o legislativo, sino a través de una revolución en la educación. Podemos
tener estupendas reservas internacionales, crecimiento económico, buen PBI,
gran inversión extranjera, tiendas y almacenes elegantes, edificios modernos,
marcas extranjeras, etc. pero sin un buen sistema educativo, el Perú no desarrollará
plenamente, pues nos quedamos en un mero “desarrollo económico”, olvidando que
el verdadero “desarrollo” conlleva un conjunto de factores en donde un sistema
educativo óptimo es fundamental. En dicho sistema, el maestro constituye pieza
clave. Pero ¿Quién es maestro? Para la Real Academia Española, maestro es la “persona que
enseña una ciencia, arte u oficio, o tiene título para hacerlo”. Sin embargo, el
maestro es mucho más. No basta transmitir “conocimientos”. El verdadero maestro
es aquél que, además de ello, forma a la persona, moldeando desde niño su
carácter y personalidad, preparándolo para la vida, formando personas de bien,
con valores. Formar personas no es fácil pues debe enseñárseles a enfrentarse a
la vida y la vida está compuesta de éxitos y fracasos. Esto significa que ese
niño, además, deberá aprender a enfrentarse al éxito, pero especialmente al
fracaso, y es allí donde vienen los problemas pues hoy al niño se le prepara
para el éxito, pero no para enfrentar un fracaso. Lamentablemente ante un fracaso,
-más la sobreprotección de los padres- muchos jóvenes no saben qué hacer,
cayendo en depresiones y angustias, hasta llegar inclusive, como en muchos
países “desarrollados”, al suicidio. Formemos verdaderos maestros. Reformar la
educación no es cuestión de nuevas leyes. Estas sobran. Reformemos al maestro, haciéndolo
formador de personas. Mi agradecimiento para aquellos maestros escolares y
universitarios, formadores de verdad, que aman la docencia y al Perú.
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