sábado, 21 de enero de 2012

¿NAVIDAD O LA "SOCIEDAD DIVERTIDA"?

¿NAVIDAD O LA “SOCIEDAD DIVERTIDA”?



¿Encaja con nuestra sociedad actual el acontecimiento más importante de la humanidad ocurrido hace más de dos mil años, el nacimiento del niño Dios hecho hombre en un humilde pesebre de una pobre aldea llamada Belén, en un establo frio y maloliente al lado de sus sencillos padres, María y José? ¿Encaje este hecho de tanta sencillez y profundidad con la sociedad actual en donde lo “divertido” y superficial prima sobre lo profundo y permanente? Parece difícil que la navidad prenda en lo que el psiquiatra español Enrique Rojas denomina la “sociedad divertida”. Efectivamente, vivimos en una sociedad en donde lo divertido y el “pasarla bien” constituyen lo fundamental. ¿Qué es la sociedad divertida? Se trata de una sociedad permisiva y materialista en donde el modelo de persona es el que nos muestran las revistas del corazón: se imita la forma de vestir y actuar de ciertas “personalidades”, sus expresiones y -lo que es más grave- su modo de vida, generalmente vacío y roto. Se trata de personas frívolas carentes de inquietudes intelectuales y menos espirituales. ¿Sus principales motivaciones? El hedonismo materialista permisivo. Una sociedad dominada por la frivolidad, concentrada en el consumo, mareada de publicidad, influenciada por “personajillos” patéticos, que están en el candelero pero no son capaces de establecer un modelo de vida digno. Un individuo casi sin cultura. Intelectualmente sólo busca aquello que tiene relación con su vida profesional, con un nivel cultural mínimo en donde la cultura constituye un medio de relacionarse u obtener algo, principalmente status social. Lo que no es “trabajo profesional” resulta tonto. Prima la superficialidad y lo efímero. En las conversaciones todo se trivializa, se evita lo profundo e importante por lo banal y divertido. Se repiten las mismas frases y comentarios. Se habla de la vida ajena, de la última ruptura matrimonial sobre la cual todos opinan, de algún negocio importante que haya generado dinero, viajes de placer, anécdotas tontas y bromas vulgares y de doble sentido. En resumen, pobreza de contenidos. La vulgaridad se impone. Ser rico o ganar mucho dinero es la mejor carta de presentación. Concluye Rojas: “La enfermedad de Occidente es la de la abundancia: tener todo lo material y haber reducido al mínimo lo espiritual. No importan ya los héroes, los personajes que se proponen como modelo carecen de ideales: son vidas conocidas por su nivel económico y social, pero rotas, sin atractivo, incapaces de echar a volar y superarse a sí mismas. Gente repleta de todo, llena de cosas, pero sin brújula, que recorren [arrastran] su existencia consumiendo, entretenidos en cualquier asuntillo y pasándolo bien, sin más pretensiones”. ¿Cómo suena el mensaje navideño para esta sociedad? A chino, pues no se entiende, no se procesa, ni siquiera se medita o reflexiona. Comprar, comer y pasarlo bien. Ese es el objetivo ¡Qué va a reflexionar si tenemos la sociedad de la irreflexión, del simple pasarlo bien! Por ello debemos redescubrir la navidad, profundizar en su significado y disfrutarla en su verdadero sentido. ¡Que la navidad llegue a sus corazones y sus almas se llenen de la verdadera alegría y paz de los hijos de Dios!

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