Definitivamente la
adquisición de una mansión de 4 millones de dólares por la suegra de Toledo,
constituye una operación cuestionada y hasta torpe. ¿Toledo y Eliane suponen
que los peruanos somos tontos para creernos el cuento de que Eva Fernenbug,
anciana de 85 años y suegra de Toledo, la adquirió con sus “ahorros”? Sorprende
que un notario acepte la simple declaración verbal de las partes -pues no se
acreditó medio de pago- para, posteriormente, aclarar que se efectuaron 3
depósitos bancarios. Pero aún se desconoce el origen de los fondos. ¿El banco
no está obligado a preguntarlo y el depositante a sustentarlo? Fernenbug ha
declarado que provienen de “fondos propios”. Toledo, en lugar de brindar una
clara explicación del origen de los fondos –torpe como siempre cuando se ve
ahogado en sus propias mentiras- declara primero que proviene de
indemnizaciones por el holocausto judío (¿?), para finalmente victimizarse,
hacerse el ofendido y junto con Elian, achacar tanta “desconfianza” a la mafia
y corrupción. ¿Puede alguien vender un inmueble a US$ 1,500 el m2, cuando esa
zona vale mucho más? (Dicen que el precio real fue de 7 millones de dólares). ¿Doña
Eva compró una mansión de 2,500 m2 para vivir allí solita? ¿No es más probable
que esa casita sea para su sano y sagrado yerno e hija, los cuales le entregaran
el dinero para que ella figure como compradora, pues un ex-presidente que pague
4 millones llamaría la atención, demandándose la pública justificación del origen
–aún misterioso- de los fondos? ¿Dónde están la UIF, SUNAT, el Procurador, la
Fiscalía y el banco? La hoy pituca Eliane ya tiene su casita gracias a mami. Debe
investigarse. ¡Señor Toledo, alguna vez en su vida sea transparente! Recuerde
que las mentiras siempre salen a flote.
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