“Aún si me retire, estaré siempre cerca de todos ustedes y
ustedes estarán conmigo aún si desaparezca del mundo”. La sorpresiva dimisión
de Benedicto XVI ha dejado en estado de shock a muchos. ¿Entenderá el mundo materialista
actual esta trascendental decisión? ¡Cuántos líderes mundiales se aferran a sus
cargos sin importar costos! Para entender la dimisión papal, así como el
proceso de elección del nuevo Papa, se requiere de cierta visión sobrenatural.
De otra manera no se entenderá o se le querrá entender bajo una visión política,
con criterios humanos, olvidándose que la Iglesia Católica es una institución
de orden sobrenatural fundada por el mismo Cristo, cuya duración está
garantizada para siempre, ya que “las puertas del infierno no prevalecerán
contra Ella”. Entender el próximo conclave como una competencia electoral, o
empezar a lucubrar si el próximo Papa será latinoamericano o africano es
absurdo, porque quien actúa activamente en un cónclave es el Espíritu Santo. Analizarlo
con visión humana es limitado e inclusive, errado. Aquí no hay candidatos o
partidos en competencia o un “ganador”. El “ganador” siempre es el Espíritu
Santo. Quien menos se imagine será elegido Papa. El Espíritu Santo elegirá a la
persona adecuada de acuerdo a los signos de los tiempos. Valiente decisión que
muestra una gran humildad que pocos comprenderán, de un Papa que siempre habló
claro, incomodando inclusive a algunos, pues –lo anticipó Cristo- “seréis signo
de contradicción”. Como bien expresó el cardenal Vellini, el Papa ha mostrado
“una fe inquebrantable y valiente, humildad en el servicio, pasión por la
verdad y el compromiso de anunciar el Evangelio en un mundo en el que la fe
tiene que ser propuesta de nuevo”. Dejemos las especulaciones y tontas seudoprofecías.
Tengamos fe y dejemos trabajar al Espíritu Santo. Él sabe hacer bien las cosas.
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