Da lástima ver como ciertos “periodistas” caviares de TV–que no pisan
una Iglesia por cierto- opinan con desparpajo sobre el caso Garatea,
desinformando y tratando esto como si fuere algo personal entre Monseñor
Cipriani y Garatea (mismo “PUCP Vs. Cipriani”). Esto no es un tema de simpatías
o antipatías. Debieran informarse bien antes de sembrar su cizaña entre la
feligresía y manipularla. Garatea no ha sido suspendido. Simplemente no se le
han renovado sus licencias ministeriales en Lima, las cuales se renuevan cada
año y ello es potestad del obispo de dicha diócesis. La Iglesia no es una
democracia en donde todos opinan e interpretan lo que les da la gana sobre
ciertos temas que no son opinables. Existe un Catecismo y una doctrina desde
que Cristo vino al mundo que debe respetarse si se es católico. Si no se está
de acuerdo con la doctrina de la Iglesia, existe la Iglesia Anglicana y muchas
más. La Iglesia es depositaria de la fe. El Arzobispo de Lima cumple sus
funciones de pastor salvaguardando la doctrina de la Iglesia. Hay temas que no
son opinables y otros pocos que sí. Garatea ha emitido reiteradas opiniones
abogando por la unión civil de homosexuales, que la Iglesia siempre ha
rechazado; ha alentado el matrimonio de sacerdotes diocesanos atentando contra
el celibato que establece la Iglesia, entre otras perlas. Muchos sacerdotes en
la historia de la Iglesia han sido amonestados y sancionados (Boff, Lefevre,
Gutierrez, Harens, etc.) por válidas razones. La Iglesia es una jerarquía y sus
obispos salvaguardan su unidad y doctrina. Así como en la empresa privada
existen reglas y si un trabajador las vulnera, es suspendido o despedido, en la
Iglesia existen reglas que deben respetarse. Menos soberbia y más humildad
padre Garatea.
Buen artículo: muy bien sintetizado, directo y contundente.
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