Llama la atención en sobremanera, por decir lo menos, esta
imprevista visita del presidente Humala a Cuba, precisamente cuando el pasado
10 de enero el presidente electo Chávez debió juramentar como presidente de
Venezuela y su Tribunal Supremo de Justicia ha resuelto que
Chávez y su gabinete “siguen en funciones”,
más allá del “formalismo” establecido por su Constitución. ¡Todo un golpe de
Estado Institucional! ¿El Perú avala esta, ahora sí, dictadura institucional? Pareciera
que para el chavismo la juramentación presidencial no es relevante (recordemos
la cuestionada juramentación de Humala). Lo mejor del caso, ¡Oh casualidad! ¡El
presidente Chávez se encuentra internado en Cuba y todo apunta que vive sus
últimos días! ¿A qué va el presidente Humala a Cuba en estos momentos? ¿A
gritar “viva Fidel” como Evo Morales en Caracas? El premier Jiménez, en una de
sus clásicas e ingenuas intervenciones, ha declarado que no hay un tema bajo la
mesa y que el mandatario firmará convenios (¿?); que “es un momento oportuno”. ¿Es
oportuno que con Chávez agonizando, con una crisis política ad-portas en
Venezuela, se apersonen a Cuba, humildemente, los presidentes de los países
seguidores del modelo cubano–chavista: Mujica, Morales, Kirchner, Ortega, etc.?
¿Vendrá también el iraní? ¡Claro que es “oportuno”! El tiempo se le acaba a Chávez.
Los peruanos hemos sido testigos de la admiración, casi reverencial, de Humala,
desde que era candidato, hacia Chávez; y de las continuas (curiosas) visitas
del presidente y ministros a Cuba y Venezuela. Desde esta tribuna siempre
llamamos la atención de esa sutil dependencia de Humala hacia el modelo cubano-chavista
y su solapada implementación en el Perú. ¿Últimas instrucciones del líder
venezolano a sus discípulos? Sólo Dios lo sabe. Pero esa es la impresión que da
este viaje: el último besamanos.
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