El asesinato de
Ruth Thalía Sayas nos debe hacer reflexionar sobre la producción de ciertos
programas de TV que, definitivamente, no aportan nada al ser humano, pues no
contribuyen con la información, conocimiento, cultura, educación y
entretenimiento “en un marco de respeto a los deberes y derechos fundamentales,
así como la promoción de los valores humanos y de la identidad nacional”, indica
el artículo 4 de la Ley de Radio y Televisión (LRT). ¿Qué aporta “El valor de
la verdad”? Un programa que denigra y destruye de alguna forma a la persona
humana, escarbando en lo más bajo de su ser, con cierto morbo y disfrute
malsano ¿So pretexto de la “verdad”? ¿Así se cumple con la LRT? ¿Así se fomenta
la educación, la cultura y la moral de la Nación? ¿Así se respeta el honor, la
buena reputación y la intimidad personal y familiar? ¿Esto forma parte del rol
promotor del Estado? Si bien existe un asesino confeso, el programa en cuestión
no deja de tener cierta responsabilidad, influencia y detonante de la tragedia
ocurrida. Es fácil escudarse en la libertad (¿Libertinaje?) de prensa y de expresión
o en la libre participación del concursante. ¿Hasta cuándo el Estado permitirá
la violación de la LRT, auspiciando programas basura transmitidos, inclusive,
dentro del horario familiar; distribuyendo a dedo publicidad estatal para
transmitirla en éstos programas basura, violando los derechos más elementales?
¿Existe el Ministerio de Justicia y “Derechos Humanos”? Se anuncia la emisión
de este programa hasta fin de año y la participación de Kuczynski, el cual no
satisfecho con utilizar políticamente la próxima Teletón, participa y avala este
programa con claros propósitos políticos. Simplemente patético. ¿Hasta cuándo
permitiremos programas que embarran el alma de los peruanos? La diosa “Raiting”
cobró su primera víctima. De nosotros depende que no haya otra. ¡Basta de
telebasura!
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