Siempre he opinado que
el verdadero gran cambio en el Perú no vendrá por el lado económico, político,
social o legislativo, sino a través de una revolución en la educación. Podemos
tener estupendas reservas internacionales, crecimiento económico, buen PBI,
gran inversión extranjera, tiendas y almacenes elegantes, edificios modernos,
marcas extranjeras, etc. pero sin un buen sistema educativo, el Perú no desarrollará
plenamente, pues nos quedamos en un mero “desarrollo económico”, olvidando que
el verdadero “desarrollo” conlleva un conjunto de factores en donde un sistema
educativo óptimo es fundamental. En dicho sistema, el maestro constituye pieza
clave. Pero ¿Quién es maestro? Para la Real Academia Española, maestro es la “persona que
enseña una ciencia, arte u oficio, o tiene título para hacerlo”. Sin embargo, el
maestro es mucho más. No basta transmitir “conocimientos”. El verdadero maestro
es aquél que, además de ello, forma a la persona, moldeando desde niño su
carácter y personalidad, preparándolo para la vida, formando personas de bien,
con valores. Formar personas no es fácil pues debe enseñárseles a enfrentarse a
la vida y la vida está compuesta de éxitos y fracasos. Esto significa que ese
niño, además, deberá aprender a enfrentarse al éxito, pero especialmente al
fracaso, y es allí donde vienen los problemas pues hoy al niño se le prepara
para el éxito, pero no para enfrentar un fracaso. Lamentablemente ante un fracaso,
-más la sobreprotección de los padres- muchos jóvenes no saben qué hacer,
cayendo en depresiones y angustias, hasta llegar inclusive, como en muchos
países “desarrollados”, al suicidio. Formemos verdaderos maestros. Reformar la
educación no es cuestión de nuevas leyes. Estas sobran. Reformemos al maestro, haciéndolo
formador de personas. Mi agradecimiento para aquellos maestros escolares y
universitarios, formadores de verdad, que aman la docencia y al Perú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario