Siempre he opinado que existe una obligación
moral de todo ciudadano de participar en política. Recientemente el Papa
Francisco declaró que “constituye un deber”, una obligación de todo cristiano,
involucrarse en política. “Nosotros no podemos jugar a
Pilato, lavarnos las manos… Debemos inmiscuirnos en la política porque la
política es una de las formas más altas de la caridad, porque busca el bien
común. Y los laicos cristianos deben trabajar en política". El hombre es un “animal político”
decía Aristóteles. En el Perú, todos tendemos a ser críticos con el gobierno de
turno. Sin embargo, ¿Quiénes se animan a participar en política para hacer un
Perú mejor y revertir las cosas que vemos? En muchos casos personas mediocres o
incapaces, tanto profesional como moralmente hablando, que sólo buscan lucrar o
entornillarse el mayor tiempo posible, “viviendo” de la política. Entonces, ¿De
qué nos quejamos? ¿Cuántos quieren verdaderamente servir a su país? El político
–desde el Presidente hasta el último conserje- es un servidor público que está
donde está para servir al país y no servirse del país. ¿Qué es complicarse la
vida? ¡Por supuesto! Como todo en la vida: "No son
cosas fáciles porque la vida no es fácil. La política es demasiado sucia… ¿Por
qué es sucia? ¿Por qué los cristianos no se han involucrado?" Porque somos
comodones. Si puedes involucrarte, es un deber moral pensártelo e involucrarte,
de ser posible. ¿Cómo hacerlo? La vía normal es un partido político, pero ¿Es
posible? Difícil, pues la mayoría están atorados de argollas con viejos
políticos que difícilmente te dejarán participar u ocupar puestos con
posibilidades de acceder al Congreso. ¿Formar un partido? Peor. Requiere cientos
de firmas, tiempo y dinero. En todo caso, veremos cómo. ¿Que constituye un
deber? No cabe duda. De otra manera… no nos quejemos.
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