sábado, 4 de mayo de 2013

CRONICA DE UN ABSURDO


Absurdo es aquello “contrario y opuesto a la razón; que no tiene sentido”, “un hecho irracional, arbitrario o disparatado”. La pretensión del gobierno de adquirir “parte” de la Refinería La Pampilla y la red de grifos de Repsol no tenía sentido al ser irracional –absurdo- por varias razones. Primero: nadie adquiere una empresa para tener sentados en su directorio a representantes de la competencia directa. En este caso, los directores de Repsol sentados con directores de Petroperú en Pampilla. ¿Cómo entonces tomar decisiones importantes, con la competencia tomando nota de ello? Segundo: Nadie adquiere, y menos a un gran precio, una empresa que no rinde, pues depende de un comodity como el petróleo, cuyo precio varía cada día y, peor aún, para competir con Petroperú que obviamente subsidiará con nuestros impuestos el precio del crudo, ¡Mientras el Estado asume sus pasivos! ¿Cómo podría un empresario privado competir con alguien así? Tercero: el margen que deja una cadena de grifos es muy pequeño (centavos por galón). No es negocio. Por último: de efectuarse una compra total (monopolio estatal), sería inconstitucional por violarse el principio de subsidiaridad (Constitución, art. 60), con una adquisición que, adicionalmente, no contribuiría al bien común, existiendo verdaderas prioridades (seguridad, salud, educación). Adicionalmente, hubiera generado acciones legales (inconstitucionalidad, amparos) que hubiera perdido. Conclusión: marcha atrás y un gran costo político para el gobierno: mayor pérdida de credibilidad y confianza; ergo mayor desaceleración de la economía –uniéndose esto al reciente apoyo del presidente a la dictadura venezolana-, lo cual indica que la “Gran Transformación” estaba sólo suspendida y la “Hoja de Ruta”, un cuento. Epílogo: gran error del gobierno. Pero no quedará aquí. Se esperará la reforma constitucional que suprima el rol subsidiario del Estado. Estemos alertas.

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