Indiscutiblemente seguimos siendo bombardeados a
diario por aquellos que nos quieren inculcar una especie de seudocultura, en
donde lo antinatural es lo natural. Bajo esta visión, se busca imponer una
especie de “cultura” deshumanizada. La verdadera cultura busca enriquecer y
enaltecer al ser humano, y no denigrarlo y destruirlo espiritualmente. La
Conferencia Episcopal Peruana expresó sus críticas al Plan Nacional de Derechos
Humanos (PNDH) en una carta a la ministra de Justicia, solicitándole que en el
futuro "se elabore un plan de acuerdo a los principios, valores y derechos
establecidos en nuestra Constitución Política", los cuales son
deliberadamente violados por dicho PNDH. Se ignora todo el sustento legal que
protege al concebido, sin respetarse el fallo del Tribunal Constitucional al
tener como objetivo la distribución de la anticoncepción oral de emergencia. El
PNDH reconoce como “derecho” el cambio de identidad sexual y el matrimonio
entre personas del mismo sexo -entre otras afectaciones a la familia- siendo lo
natural el matrimonio entre varón y mujer. Ello va contra la naturaleza y será
cualquier cosa menos matrimonio, pues matrimonio es la unión estable de hombre y mujer, capaces del acto conyugal con trasmisión
de la vida. Con relación a la infancia, niñez y adolescencia, se plantea despenalizar
las relaciones sexuales consentidas de adolescentes, protocolizar la práctica
del aborto terapéutico en niñas y adolescentes, y despenalizar el aborto por
violación en niñas y adolescentes. La creación de nuevos “derechos” como la
adopción de niños por parejas del mismo sexo constituye una propuesta de esta
seudocultura en donde se desnaturalizan instituciones naturales como la
familia y el matrimonio, todo lo cual conducirá al ser humano a una situación
de crisis, con una sociedad civil en crisis por que la familia estará en
crisis. Definitivamente, una seudocultura deshumanizada.
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