A una semana del
mensaje presidencial, nos preguntamos qué nos dirá el presidente, tomando en
cuenta la difícil situación social y la cuestionada gestión presidencial de
este primer año de gobierno. El presidente no la tiene fácil. Sabe que con
posiciones tan radicalizadas es difícil contentar a todos, pues gustará a unos
y a otros no. De allí que ante la falta de liderazgo, injerencia de la primera
dama y del padre, desconocimiento de la problemática nacional, ministros
mediocres o desastrosos, lentitud para la toma de decisiones, situaciones
cuestionadas nunca aclaradas (caso Alexis, etc.), debilidad para afrontar al
terrorismo, cuestionada vinculación con Chávez y su entorno, etc. el presidente
tendrá que “reinventarse”. Paradójicamente, en el gobierno de la “inclusión
social” el presidente no está “incluido”, pues la percepción que ha dado es el
de vivir ausente del país –al mejor estilo de Belaúnde- al no “incluirse” en la
realidad nacional. Su falta de comunicación –pues sólo declara cuando corre y
viaja-, el curioso auto silenciamiento de los ministros, su silencio o
desesperante demora en declarar ante problemas candentes como Conga, Espinar,
etc. o el patear la solución de los problemas nacionales a ministros
incompetentes y sacerdotes (¿?), ha originado que la figura del presidente sea
la de una persona que se avoca a repartir bienes o inaugurar actos (¿Populismo?)
mientras el país se incendia, y la falta de autoridad y caos reinan por
doquier. De allí que su mensaje y las decisiones que luego tome, tienen que ser
necesariamente de “inclusión presidencial”, un “wash and wear” presidencial total,
un renovarse en todo sentido, incluyendo nuevo gabinete con personas
verdaderamente capacitadas y ejecutivas. ¿Qué cómo lo hará? Eso habrá que verlo.
Por lo pronto, se lo dejo a Santa Rosita y a la Divina Providencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario