“Anarquía” deriva
del griego “a” (sin, desprovisto de) y “arkos” (gobierno), esto es “falta de
gobierno” o “negación del gobierno”, siendo el anarquismo la doctrina política
que sostiene la conveniencia de prescindir del gobierno. Sólo en las
colectividades avanzadas, donde el gobierno –como autoridad organizada- se
ejerce con claros objetivos de bien común, el individuo renuncia de buen grado
a una parte de sus prerrogativas, a cambio de los beneficios que percibe como
efecto de la limitación simultáneamente impuesta a otras libertades
individuales cuyos desmanes podrían ser perjudiciales para la suya propia. De
esta limitación surge la armonía social. Si un gobierno es capaz, en la
práctica, de crear esta armonía o si contribuye a destruirla, es el debate que
surge en torno a la teoría anarquista. Esta sostiene la segunda posición. El
anarquismo establece que el gobierno y el Estado por ende, son la fuente de los
males que afectan a la sociedad, al crear en los gobernantes el apetito de
poder y abuso consiguiente, y en los gobernados el deseo de burlar y combatir,
por todos los medios, a los gobernantes. Los anarquistas modernos no justifican
el terrorismo –los predecesores sí- indicando que “esos son solo recursos
extremos a los que se apela después de haber agotado los otros, tales como la
huelga, el boicot y el sabotaje pasivo”. ¿Les suena conocido? Proudhon señalaba
que “el gobierno es la maldición de Dios” y Bakunin propugnaba “la liquidación
social universal”, para lo que consideraba necesaria “la violencia organizada e
inexorable”. Perú 2012: paros sincronizados permanentes y desafío a las
autoridades, desmanes y desordenes por los trabajadores de construcción civil, SUTEP,
CGTP, médicos, ronderos, mineros formales e informales, etc. efectuándose
pintas al monumento a San Martín ante la cara de la policía o desafiándose el
estado de emergencia en Bambamarca ante las narices de las autoridades. ¿Anarquía
o incapacidad? ¿Tenemos gobierno?
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